El diseño del primer Ensanche coruñés estableció la apertura de una gran plaza sobre el lugar que ocupaban las murallas que cerraban la Pescadería en su extremo más próximo a la playa del Orzán. Al igual que el resto de los espacios abiertos que se crearon en esta parte de la ciudad, éste recibió el nombre de una de las principales ciudades gallegas. La plaza de Pontevedra gozó de un trato privilegiado desde el primer momento, ya que las autoridades decidieron instalar en este lugar los magníficos edificios de las escuelas municipales y el instituto de segunda enseñanza, ambos sufragados por el filántropo Eusebio da Guarda.

Iglesia de la Venerable Orden Tercera de San Francisco 2

La situación privilegiada de la plaza, que constituye uno de los principales enlaces entre la Pescadería y el Ensanche, hizo que los coruñeses más acaudalados levantasen aquí algunas de las edificaciones más notables de la ciudad, como las casas Salorio y Escariz o el grupo de cinco edificios situados frente al instituto. La plaza contó con árboles frondosos y de gran tamaño a cuyo pie esperaban para ser contratados los jornaleros de los pueblos vecinos que buscaban trabajo en las huertas de la ciudad. A finales de los años sesenta este lugar fue transformado por completo a causa de la construcción de un aparcamiento subterráneo, cuya cubierta se alzaba en el centro de la antigua plaza con una mole de hormigón alrededor de la que giraba todo el tráfico. Durante años, esta construcción fue un símbolo de los efectos negativos del crecimiento urbanístico. El Ayuntamiento demolió aquella aberración arquitectónica en 1990 y construyó una nueva plaza, aunque mantuvo el establecimiento de hostelería en su zona central. Otro de los edificios surgidos durante el llamado desarrollismo es el que cierra la plaza entre San Andrés y Cordelería, en cuyos bajos se ubicó inicialmente la Secretaría General del Movimiento. El cambio democrático llevó a esas instalaciones varias delegaciones de la Xunta. / J. M. Gutiérrez

Fuente: La Opinión de A Coruña