En realidad, la plaza había ido adquiriendo forma durante los años finales de la década de los 40, sobre todo, desde la inauguración del estadio de Riazor en mayo de 1945 con el España-Portugal. Sin embargo, faltaba el estreno oficial y, para ello, se aprovechó la presencia de María del Carmen Cardona, viuda del que fue presidente de la República del país vecino, de quien se había hecho un busto que iba en el centro de la plaza.El acto tuvo lugar el 5 de septiembre de 1952, por la tarde, y además de la viuda de Carmona asistió su hijo y otros dos familiares, así como Manuel Nunes da Silva, representando al Ministerio de Asuntos Exteriores, y el cónsul portugués en la ciudad, Enrique de Melo Barreto.

Iglesia de la Venerable Orden Tercera de San Francisco 2

La plaza estaba rodeada de mástiles con las banderas de España y Portugal, así como colgaduras a lo largo de la avenida de Rubine. Al pie del monumento, en el centro aproximado del recinto, se habían instalado dos tribunas, una dedicada a los representantes portugueses, a los que se unió una comisión de obreros lusitanos que estaban pasando una temporada de descanso en la residencia Santiago Apóstol. También estaba el presidente de la Liga de Ex Combatientes Voluntarios de la Guerra de España, Humberto de Lima Alves.Entre las autoridades coruñesas destacaban, además del alcalde Alfonso Molina; el capitán general de la VIII Región, Francisco Delgado Serrano; el gobernador civil, José Manuel Pardo de Santayana; el comandante de Marina, Fontenla Maristany, y el gobernador militar, general Mariñas Gallego.DiscursosTras el descubrimiento del busto (con la inscripción: «Al que fue presidente de Portugal, mariscal Carmona, la ciudad de La Coruña le dedica este recuerdo por su gran afecto y amistad a España y a nuestro Jefe del Estado»), se pronunciaron los discursos.Comenzó el alcalde Molina con unas palabras de gratitud al mariscal Carmona por su actuación favorable a la España de Franco durante la Guerra Civil (a muchos «huídos» gallegos los devolvía la Pide salazarista a la frontera) para pasar después a enaltecer la «tradicional amistad entre los dos países» y otros tópicos al uso. Se refirió, también, al reciente viaje (octubre del 49) de Franco a Portugal y al nuevo presidente de la nación, general Craveiro. Terminó con un vibrante «Por La Coruña, por Franco y por España, ¡Viva Portugal!».A continuación habló el representante del Ministerio de Asuntos Exteriores, Nunes da Silva, quien incidió en lo dicho por Molina. Valga una muestra: «Si la obra realizada en Portugal por Carmona es grande y causa orgullo a los portugueses, también los españoles tienen sobrados motivos para sentir el mismo orgullo con Franco, que salvó a vuestra patria de caer en manos del comunismo y con valentía moral y acierto político desempeña el alto cargo que el destino le impuso». En los vítores finales sólo dio dos: a España y a A Coruña.En las fotografías se observa que los guardias municipales, alineados junto al monumento, unos llevaban casco y otros gorro.Cena de honorLa tradicional cena de honor a los huéspedes ilustres tuvo lugar en el Hotel Embajador. Asistieron la mayoría de las autoridades que fueron a la plaza, pronunciándose parecidos discursos por el alcalde Molina y Nunes da Silva.Finalizada la cena, fue escuchado un reportaje grabado en cinta magnetofónica por el director de RNE en A Coruña, Enrique Mariñas Romero, del acto celebrado por la tarde en la plaza de Portugal.El mariscal Carmona había fallecido el año anterior, en 1951, después de haber permanecido 23 años consecutivos en el poder (de una dictadura, claro).

Fuente: La Voz de Galicia.